Cuarta jornada: llega la esperanza al Festival Educacine
Cuarta jornada: llega la esperanza al Festival Educacine
“Varados”, “Los miserables”. Los títulos que se proyectaban hoy jueves 20 de febrero en el Festival Educacine no sonaban muy alegres, la verdad. Pero damos fe de que el nutrido grupo de estudiantes que vio una y otra película salió muy contento de su visionado, habían recibido una lección de vida.
La Séptima Edición del Festival Educacine, que tiene su sede principal en Cinesa Méndez Álvaro, avanza a toda velocidad, y se dispone a acometer la recta final. “No, nos hemos quedado varados para nada”, bromea José María Aresté, director del festival, mientras ve desembarcar de sus autobuses, poco antes de las nueve y media de la mañana, a los primeros espectadores, cerca de 150, a los que un rato después se suma más de un centenar, de entre 14 y 18 años, estudiantes de Secundaria, Bachillerato y Formación Profesional.
Las dos películas programadas hoy se presentan en la sección “¿Futuro incierto?”, pues trata realidades sociales no demasiado agradables, pero a las que hay que saber mirar de frente para intentar aportar soluciones, porque al final, estamos hablando de personas que lo están pasando francamente mal, que desean una vida mejor, y que merecen una oportunidad y una acogida amable.
Varados, de Helena Taberna, es un documental que nos acerca a la vida cotidiana de esos miles de refugiados de larga duración que aguardan a que Europa les acoja, y a los que toca permanecer en Grecia. La cinta recoge los testimonios de muchas personas con nombre y apellido, que vienen de zonas en conflicto donde han salvado el pellejo casi de milagro.
Juan Luis Sánchez, crítico de Decine21 y miembro del comité del Festival presentó al invitado que dio algunas pistas sobre lo que iban a ver los asistentes, y mantener luego un coloquio de ellos. La presencia de Rodrigo de la Barra, oficial de protección senior de ACNUR, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, resultó muy oportuna ya que él ha tenido una experiencia directa en las islas y los campos de refugiados de Grecia.
De la Barra recordó que Grecia es un país precioso, lo que resultaba importante resaltar para que los jóvenes no sacaran una impresión negativa de este país, y “ha sufrido una importante recesión económico, por lo que tiene aún mayor mérito el esfuerzo que han hecho para acoger a los refugiados”. Los alumnos se mostraron muy interesados, por ejemplo uno intervino para preguntar qué condiciones se requieren para lograr asilo político. Aunque el que se llevó una ovación cerrada fue Vicente, del Instituto Severo Ochoa, al reflexionar en voz alta que “ahora me doy cuenta de la suerte que tengo de poder ir a clase todos los días, aunque no me apetezca, al ver a gente de mi edad con esos problemas”.
También una profesora hizo la reflexión de que el documental habría ganado si se hubieran explicado con más detalles las situaciones de conflicto de las que huían algunos protagonistas, de los que sólo se daba su país de procedencia en algunos casos. Otra segunda apuntó cómo le habían ayudado las claves pedagógicas consultables en la página web del festival, para preparar la sesión.
Muy didácticos fueron la presentación y el coloquio dirigidos por Sofía López, profesora de Comunicación Audiovisual de la Universidad Villanueva, que fue presentada por Aresté. De modo ordenado, y haciendo preguntas a los asistentes, López puso en situación a un público que a continuación iba a visionar Los miserables, la película de Ladj Ly que recibió en el Festival de Cannes el Premio del Jurado. Con gran pedagogía recordó que “Ly creció en ese barrio” de Montfermeil, al norte de París, “por lo que habla de una realidad que conoce de primera mano”. Y añadió, “conviene entender que lo que se nos cuenta ocurre en el país que se enorgullece de su triple lema ‘Libertad, igualdad, fraternidad’”, aunque antes haciendo los asistentes demostraran sus conocimientos enunciándolo en voz alta.
Tras recibir esas pautas, los espectadores pudieron estar atentos de modo especial a los personajes, “que corresponden especialmente a tres grupos, los chicos jóvenes que viven ahí, los policías, y la gente del barrio”. Al acabar el visionado, alumnos y educadores coincidieron en que era una película dura, pero vigorosa, y de la que habían aprendido mucho. En el coloquio López supo poner en valor que se apunta “a la posibilidad esperanzada de que se pueden cambiar las cosas”, y en tal sentido “parece que los políticos han quedado impresionados con el punto de vista de la película”. Miro a los jóvenes espectadores, y me digo que ojalá no defrauden, como suelen. Y me quedo, como se quedaron los chavales que intervinieron, con esa frase final en que se cita a “Los miserables” de Victor Hugo: “No hay malas hierbas ni hombres malos. Sólo hay malos cultivadores”, toda una llamada de atención a los responsables de la vida pública y de los educadores.