La película «The Other Kids» inauguró el IV Festival Educacine

Entrevista con Pablo de la Chica, director de «The Other Kids»

Con motivo de la inauguración del IV Festival Educacine proyectamos en Caixaforum (Madrid) el documental The Other Kids. Tras la película, pudimos conversar con su director, Pablo de la Chica.

 

¿Qué le atrajo de este proyecto para decidir hacerlo?

A nivel profesional buscar a Papira, el detonante de la historia, y encontrar el relato de cómo un niño pasa de vivir una situación dramática de guerra constante a cumplir su sueño de conocer al futbolista famoso en el Camp Nou. Luego volvió a Uganda y se dedicó a dar charlas a muchos niños soldado, para inculcarles que se pueden cumplir los sueños a base de trabajo. Quería mostrar una referencia de que el fútbol puede mover montañas

¿Cuánto tiempo estuvo rodando?

En levantar el proyecto hemos tardado 10 años y de rodaje han sido casi 5 años.

¿Cuál fue el momento más feliz en el rodaje?

Hemos tenido muchos momentos bonitos en el rodaje, pero el momento para mí más especial fue cuando me pidieron que les enseñara la final de España contra Holanda, en el Mundial por que nunca lo habían visto. Sí que habían escuchado y leído pero nunca lo vieron, entonces les puse mi ordenador en su pequeña casita, y se emocionaron. Ese momento cinematográfico en mitad de un barrio sin luz, yo lo guardo con un especial cariño.

¿Y el más duro?

Lo más duro a nivel personal despedirnos las dos veces que hemos ido, tenerles que decir adios, no saber cuando vas a volver. Siempre me planteo volver lo antes posibles. Son mis hermanos pequeños.

¿Qué se lleva de este documental?

Tanto a nivel personal y profesional he evolucionado, he aprendido mucho sobre la vida, sobre el cine y sobre que hay cosas que gracias al cine podemos cambiar.

¿Y de Uganda?

Es un país maravilloso. Tiene una historia terrible y trágica, y aún así me han tratado con mucho cariño y con mucho respeto.

¿Cuáles han sido las complicaciones que se ha encontrado en este proyecto?

Básicamente lo más difícil ha sido la financiación. Levantar un proyecto económicamente no depende de si la película o la historia es buena, ni siquiera de quién está detrás del proyecto. Dependes de una serie de números, de factores y de decisiones ajenas a ti. Esa espera de conseguir el dinero ha sido lo más desagradable.

¿Cómo encontró a Reagan, el protagonista?

Bueno Reagan me encontró, se acerco él con su camiseta de Fernando Torres, hablamos, nos llevamos bien, fue ese momento mágico.

¿Y qué paso con el resto de niños?

Ahora están separados en diferentes escuelas, diferentes niveles. Están todos becados, nos está costando encontrar ayuda para ellos, pero nos estamos esforzando todo el equipo para echarles una mano

¿Puede definir con una palabra la experiencia del rodaje en Uganda?

Mágica.

Es usted tanto actor como productor o director, ¿qué prefiere estar delante o detrás de la cámara?

Entre medias, porque no me gusta mirar por combo. Muchas veces me decía mi gran director de fotografía, Rafa Reparaz, “Pablo más atrás”. Yo me meto en la escena, yo necesito verlo con mis ojos. Si estoy detrás del combo creo que me estoy perdiendo cosas. Yo creo que es mi faceta de actor lo que hace que este muy pendiente de la escena. Me siento más como un creador que director, productor, actor…

¿Qué consejo da a las personas que quieren empezar en el mundo de la dirección o audiovisual en general?

Paciencia, mucha paciencia porque el 99% de las personas te dicen que no vales, que tu guión no es el mejor, que tu idea ya la han hecho antes, que no sabes hacerlo, que hay mejores que tú, y claro que hay mejores que tú pero tú siempre eres la mejor persona para contar la historia que tú quieres contar, porque para eso eres el germen de la historia. Siempre lo resumo en dos palabras: Constancia y fe. Constancia porque hay momentos en que por inercia no sabes qué hacer, pero tienes que seguir, tienes que pelearlo. Y fe porque no te queda otra que creer que el proyecto vale, que tú vales. También hay un punto de confianza personal, en el que te vas a encontrar solo y eres tú contra todos y tienes que seguir con la cabeza muy alta.

A veces ponerte entre la espalda y la pared te da a veces la sensación de que en ese momento límite tienes que funcionar. Estar en la cuerda floja es bueno porque te obliga a sacar lo mejor de ti. Como decía Marlon Brando “Cuando todo va bien todo va mal”.

 

 

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